Residencia.
Lugar. Casa 13. Duración. 3 dias.
25-26-27 de marzo de 2016.
Participantes. Galaxia Sanhueza. Jules Groube.
La vestimenta y su ausencia buscan un diálogo entre lo decente e indecente. Buscamos ofrecer un contexto de contención en el que las personas (transeúntes) puedan tener la oportunidad de acceder a la desnudez sin tapujos ni ataduras, de manera libre y sin que sea una condición para estar en el espacio. Impartiendo el respeto a nuestros cuerpos desde el primer momento.
La desnudez para conectarse con el entorno inmediato sin adornos que lo obstaculicen. Una desnudez que busca el contacto desde el más sincero y amoroso acercamiento, sin las limitaciones impuestas por las vestiduras y sus correspondientes prejuicios. Lo decente e indecente péndula en un ida y vuelta a través de quien ve la desnudez como un acto indecente. Al mismo tiempo, la vestimenta juega el rol de indecente dependiendo de los adornos que acompañen al cuerpo. Este cuerpo, de acuerdo a los contextos y su interrelación con los demás actores sociales cobra una nueva significación.
Bio.
GALA.
En Cutral-Có la vida tiene otro ritmo, el viento peina y despeina pensamientos. El equilibrio se transforma en algo reiterativo e inconstante. El cuerpo transita una niñez y descubre la sexualidad. De la forma del cuerpo se desprende la vergüenza y decide ocultarse detrás de adornos grandes que no dejen ver su estructura. La adolescencia toma otros matices, la búsqueda forzada de conectarse con ese cuerpo lleva a que se vuelva necesario mostrar un poco más de piel, siempre ocultando las piernas. Pantalones cortos, ni pensarlo. El nuevo entorno, Córdoba, en un cuerpo repleto de expectativas, deja que se suelte. El calor no cesa y las piernas tienen que salir al sol. Los adornos se transforman en algo divertido. Ahora, el pelo se suma a la unidad. Pudor, muchas veces. Las estructuras ceden. En este momento, un cuerpo casi adulto busca una nueva conexión, una comunión entre pares que comparten una esencia universal, sin adornos, ni prejuicios, sólo el libre intercambio de historias y experiencias.
JULES.
Solía usar el pelo largo, adenoides y amígdalas. Flequillo recto que se entreabría los días de humedad, vestidos opacos y pantalones de corderoi. Mis hermanos decían que mis ojos eran por tanto arroz, y comencé a creerlo. Solicité con urgencia un corte de pelo y me recuerdo observándome en un gran espejo desnuda creyéndome realmente Mowgli del libro de la selva, flaquita por naturaleza. Sobre todo cuando a mis amigas les crecían Las tetas. Me gustaba ser Mowgli. Empecé a masturbarme, sola, con amigos, pero no sé si contarlo porque para entonces, (y para ahora) eso estaba mal. Aparecen las modas, los “chicos” y los pelos, y yo fuera de contexto. Mucho después use pollera corta, mucho después di un beso, nunca, pero nunca, me depile con cera. Cuando me vino tarde horas en ir a cambiarme, me dio igual. Después tuve culo (nalgas) y empezaron a decirme cosas, entonces tuve vergüenza muchos años, por mi chuequera, por mis tetitas, por mis pelos, por mi nariz, por mis ojos, siempre menos por mi culo. Ahora no puedo decir lo mismo. Ahora lo que menos me banco de mí, es mi culo. Descubrí a la hembra mucho antes que al macho. Y ya no hay diferencia. Mutile mi pelo mil veces y ahora vuelvo al pelo largo y el flequillo entreabierto.